El señor de la Iglesia, concejal del Grupo Socialista, ha vuelto a dar una lección de incoherencia política.

En su último alarde literario, ha calificado la reforma de la escalera que une el Paseo de la Muralla con la calle Bastión como “la metáfora del tropiezo sin final”.

Pues bien, tiene razón: es una metáfora. Pero no de lo que él pretende. Es la metáfora perfecta de lo que fue su gobierno: un tropiezo constante, un abandono sin final y una incapacidad que aún hoy seguimos corrigiendo.

Hablando de hipocresía, cinismo e impudor, sorprende que el señor de la Iglesia se permita criticar esta actuación mientras presume de haber diseñado su propia “obra maestra”: la rotonda de los Pendones, cuyo coste superó los 70.000 euros.

Quizá al referirse a que la escalera “cumple su función” también aludía, sin querer, a los múltiples proyectos y estudios que a él mismo le fueron encargados por el ayuntamiento gobernando el que es su partido y cuando ya figuraba en las listas de ese partido.

Sorprende —aunque ya poco— que el señor de la Iglesia critique la reparación de un acceso que durante cuatro años de gobierno socialista permaneció en el olvido más absoluto.

Si algo debemos agradecerle a esta actuación, es que haya permitido al concejal socialista descubrir una escalera que ignoró todo su mandato.

Quizás ahora, gracias al trabajo del actual equipo de gobierno, empiece a conocer la ciudad que durante años dejó a su suerte.

Porque, si hablamos de metáforas, la más clara es la de su propia hipocresía.

Critican que se repare lo que ellos abandonaron. Se indignan por las mejoras que nunca fueron capaces de ejecutar. Y pretenden dar lecciones de gestión quienes dejaron a Astorga sumida en la desidia y el deterioro.

Durante cuatro años, las escaleras, aceras, parques y accesos de esta ciudad fueron testigos del abandono socialista.

Cientos de vecinos —escolares, mayores, familias— denunciaron el deterioro de este acceso y de tantos otros.

Sus quejas fueron ignoradas una y otra vez. Y hoy, cuando este equipo de gobierno del Partido Popular actúa con responsabilidad, salen a criticar desde el sofá de la comodidad opositora.

En apenas dos años y medio, el actual gobierno popular ha afrontado lo que el PSOE ni siquiera se atrevió a mirar: rebaje de pasos de peatones, reparación de accesos, mejora de aceras y parques, recuperación de rotondas, pavimentación de zonas peatonales, instalación de señalización y mantenimiento de espacios públicos.

Eso es gobernar. Lo otro fue mirar hacia otro lado.

Y lo más llamativo es que ahora se escandalizan por todo. Cada actuación les parece “antiestética” o “aberrante”.

Parece que durante su mandato, en lugar de técnicos municipales, contaban con artistas de vanguardia que diseñaban obras invisibles… porque no se hizo absolutamente nada.

La verdad es sencilla: el señor de la Iglesia y su grupo social comunista no soportan ver una ciudad que avanza sin ellos.

Les duele el progreso, porque les recuerda su fracaso. Les molesta el trabajo bien hecho, porque evidencia su dejadez.

No, señor de la Iglesia: la metáfora del tropiezo sin final no está en la escalera del Bastión. Está en ustedes. En su cinismo, en su desmemoria y en su pretensión de engañar a los astorganos fingiendo preocupación por lo que nunca les importó.

El Partido Popular seguirá trabajando por una ciudad limpia, segura y cuidada.

Mientras otros tropiezan una y otra vez con su propia hipocresía, este equipo de gobierno seguirá subiendo peldaño a peldaño, reconstruyendo lo que ustedes derrumbaron.