En Astorga se espera que pronto se pueda retomar el programa de Infancia y el de acompañamiento presencial de mayores. Sigue funcionando el ropero y hay una buena respuesta por parte de particulares y empresas que hacen donaciones en especie. Además, se sigue controlando los vales Covid a aquellos que pueden hacerles falta. No obstante, el dinero de ese fondo también se va agotando.
A nivel diocesano, Cáritas atendió el año pasado a un total de 3.077 personas en sus centros de acogida a familias, un 8,3 por ciento más que en 2019, y dedicó a estos programas un total de 233.537 euros, un 79 por ciento más que en el ejercicio anterior, según explicó el delegado diocesano, Francisco Turrado. La memoria de 2020 de la entidad también refleja un importante aumento en el número de socios, que han pasado de 300 a 450, así como en el número de donantes, que se incrementaron hasta los 600.
Según explicó Turrado, la reducción de la movilidad asociada a las restricciones aprobadas para hacer frente a la pandemia provocó un descenso de usuarios en los centros residenciales destinados a las personas sin hogar, donde se atendieron a 266 usuarios, así como en los programas orientados a la infancia y a la mujer, que vieron reducirse el número de participantes a 117 en el primer caso y a 141 en el segundo.
En cuanto a los sectores más afectados por el impacto de la pandemia, Turrado explicó que el mayor número de solicitantes de ayuda proviene del sector servicios, del trabajo autónomo o de entornos como la venta ambulante y la economía sumergida. En total, Cáritas Diocesana de Astorga dedicó a la campaña de emergencia COVID-19 un importe cercano a los 94.000 euros, con una media mensual de más de 240 familias atendidas.
Como reto, Turrado señaló la importancia de las Unidades Pastorales para conocer y poder dar solución a los problemas más concretos de cada zona.