La IGP, no obstante, no ha sido ajena a estos dos años convulsos que ha generado y sigue provocando la pandemia del COVID-19, que trajo consigo grandes cambios tanto en el volumen de producción como en las ventas.
Durante el primer año de crisis sanitaria, la IGP se vio inmersa en un grave problema de desabastecimiento de materia prima. Durante el segundo año, sin embargo, se ha registrado un periodo de grandes ventas. Esto se debe al incremento que se ha producido del turismo de interior y al aumento de las exportaciones.
De hecho, la creciente elección de productos de calidad por parte de los consumidores ha provocado una rotura de stocks de ‘Cecina de León’, una circunstancia que ha afectado a los clientes de las industrias del sello leonés y a los que la IGP quiere “pedir disculpas” con el deseo de “poder servir muy pronto con normalidad”.
Desde la IGP ‘Cecina de León’ reconocen que el producto certificado “gana cada vez más adeptos. El consumidor cada día se asegura más de adquirir un producto con marchamo, que garantiza un producto de calidad, saludable y avalado por estudios nutricionales. Solo si es IGP es Cecina de León”.
El Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida ‘Cecina de León’ tiene su sede en Astorga. Es un organismo dependiente de la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León, con carácter de órgano desconcentrado con atribuciones decisorias. El Consejo certifica las piezas utilizadas para elaborar ‘Cecina de León’, de manera que cumplan los requisitos exigidos en el Reglamento. Además, realiza tareas de promoción, actualización en materia de normativa y asistencia a ferias, congresos, catas y presentaciones de producto.