Los resultados muestran las posibilidades de diversificación del cultivo de lúpulo, más allá de su uso para la industria de la cerveza. Se han mostrado en primicia en la rueda de prensa que ha tenido lugar hoy viernes, en la Sala de Prensa de la Diputación de León. Participaron en el acto el Diputado de Turismo Octavio González Alonso, el Alcalde de Carrizo de la Ribera Alfonso Álvarez García y la artista y responsable del proyecto Susana Camara Leret.
Cultivar Culturas: Ecologías del Lúpulo consiste en una plataforma de experimentación y participación que investiga otras relaciones sostenibles con los residuos, memoria e imagen del lúpulo. Liderado por la artista Susana Cámara Leret, cuenta con un equipo multidisciplinar de trabajo compuesto por el Herbario LEB Jaime Andrés Rodríguez, la Universidad de León, el Centro de I+D+i de Biocombustibles y Bioproductos (ITACyL), el sonorista Rafael Martínez del Pozo, el creador audiovisual Ismael Aveleira, la SAT Lúpulos de León y la Fundación Sierra Pambley. Han colaborado también la Asociación Cultural La Trepa y la Fundación Cerezales Antonino y Cinia.
Durante sus dos años de recorrido, el proyecto ha creado un Banco de Memoria, compuesto de 102 pliegos de herbario de variedades cultivadas, silvestres y/o escapadas, así como material vegetal para realizar futuros análisis de ADN. A su vez, se ha iniciado una colección viva de plantas de lúpulo en la Escuela de Ingeniería Agraria y Forestal de León y en las instalaciones del ITACyL en Villarejo de Órbigo, compuesta de plantas “escapadas”, variedades de interés histórico y de otras cultivadas en la actualidad. Además, se está construyendo un archivo digital, que incluye entrevistas a agricultores y comunidades relacionadas con el cultivo. Incluye también los sonidos de los paisajes del cultivo, el registro de los filandones y talleres públicos realizados hasta la fecha así como clips audiovisuales del ciclo del cultivo.
Se ha realizado también el documental No sólo flores que se proyectará durante la sesión. A su vez, se han realizado 5 clips audiovisuales sobre el ciclo de cultivo de la planta, una publicación sonora en formato vinilo, titulada Geofonías del lúpulo e inspirada en la relación del olor de la planta con el sueño, y un muestrario de biomateriales compuesto a partir de los experimentos realizados con los residuos del cultivo que han consistido en: la extracción de fibra textil, la elaboración de papel y de biotextiles basados en el desarrollo de biopolímeros y la elaboración de una carta de 106 muestras de tintes de los tallos, hojas de la planta. Durante este proceso se ha colaborado además con la Asociación Cultural La Trepa, la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, la artista educadora Ana Andrés y artesanos como el ceramista Carlos Chacón, el maestro cestero e investigador Carlos Fontales, explorando el uso del tallo de la planta en la cestería, y la Asociación Homo Faber, investigando la aplicación de sus fibras en la elaboración de materiales de bioconstrucción. En esta línea, se analizó la conductividad térmica de baldosas elaboradas con pasta de lúpulo, con el Instituto Eduardo Torroja CSIC, obteniendo unos resultados preliminares muy prometedores.
Actualmente está en marcha una publicación científica, que recoge los resultados de la investigación, y demuestra que para que haya una posibilidad de diversificación en el lúpulo, tiene que haber una variabilidad en los cultivos. Para ello es importante que no se pierda la memoria de la planta, tanto en lo referente a las distintas variedades y especies silvestres leonesas como en lo referente a sus culturas de cultivo. La pérdida de cultura deriva también en la pérdida de biodiversidad. Los resultados demuestran que el futuro del lúpulo puede ser ecológico y ha de ser compartido.
Los resultados han sido tan prometedores que la Fundación Daniel y Nina Carasso ha decidido apoyar otro año de proyecto, que tendrá sede en el Centro I+D+i de Biocombustibles y Bioproductos del ITACyL, con el fin de profundizar sobre los materiales obtenidos en estos dos años.
Finalmente, destaca la relevancia que tiene que un proyecto de base artística tenga continuidad durante más de 4 años por la importancia estructural que tiene operar dentro de la sociedad a través de procesos culturales dada su capacidad de cohesión, su capacidad de análisis, su capacidad de generar imágenes que necesitamos dentro de nuestro día a día y por la capacidad de transformación en positivo que tienen procesos de estas características.