El uso de los portapaces estaba vinculado al momento del rito de la paz en la celebración de la eucaristía, cuando celebrantes y fieles besaban el portapaz. Las piezas se diseñaban con una disposición formal arquitectónica, a manera de portadas, con suaves relieves de variada iconografía y coronándose con un frontón.
El portapaz que este 25 de agosto propone el Museo de los Caminos, de procedencia desconocida, es una obra de cobre dorado, fundido y cincelado que muestra como representación principal a Santiago Matamoros. Ha perdido el escudete donde se debía dar el ósculo de la paz y también el asa posterior, además de una de las perillas del remate. Se asienta sobre un pedestal arquitectónico, decorado con motivos geométricos. El cuerpo principal del portapaz se enmarca en dos columnillas de fuste liso y capitel jónico. Tiene forma de arco de medio punto, con cabezas de querubines en las enjutas. En el interior la figura ecuestre de Santiago blande una espada sobre sus enemigos. La parte superior, concebida como frontón semicircular, muestra la figura de Dios Padre de medio cuerpo.
El apóstol es representado como guerrero de manera recurrente en el siglo XVII ejerciendo de patrono y protector hispano, arrancando esta iconografía bélica en su aparición milagrosa en la legendaria batalla de Clavijo.
Esta y más piezas pueden visitarse en el monumento y el Museo de los Caminos todos los días en horario de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas.